Sin formación académica, ejerció un rol clave en la gestación de la ciudad. Lo que pocos saben es que todo lo aprendió de su padre y su propia experiencia.
Nadie duda, a esta altura, que Pedro Benoit fue
una de las figuras más destacadas del proceso de fundación de la capital
bonaerense. Su intervención como coordinador del grupo de profesionales que
definió la traza de la ciudad, como ya lo atestiguan numerosas fuentes y
testimonios, resultó tan determinante como su rol como director del plan de
obras que erigió la nueva metrópoli.
En rigor, sus pergaminos van mucho más allá e
incluyen la planificación de una decena de ciudades así como el diseño de
importantes templos católicos, edificios públicos y particulares, obras de
saneamiento, consolidación y nivelación de caminos y terrenos.
La dimensión de su obra es colosal; según sus
descendientes, fue autor de más de 1800 planos. Empresas tan diversas como
complejas: desde la traza inicial en localidades como Merlo, Magdalena, Bahía
Blanca o Azul, a la de los cementerios de La Plata y la Chacarita; el edificio
del actual Museo Etnográfico, la reforma del Cabildo porteño o la rectificación
del cauce del Riachuelo.
Además de prolífico proyectista, Pedro Benoit
fue concejal e intendente de La Plata y hasta llegó a obtener el grado militar
de teniente coronel por su contribución -en 1880- en tareas de fortificación de
la ciudad de Buenos Aires amenazada por las fuerzas nacionales que buscaban
aislar a las autoridades bonaerenses y doblegar su autonomía.
Pero, quizás, lo más sorprendente de su
descollante trayectoria sea algo que suele pasar desapercibido: Benoit fue un
autodidacta que aprendió todo lo que sabía a partir de las enseñanzas de su
padre y de su propia experiencia.
La historia cuenta que Pedro Simón del Corazón
de Jesús Leyes, según el nombre completo con el que fue inscripto, nació en la
casa familiar en el barrio de San Telmo, el 18 de febrero de 1836; fue el
segundo y último hijo de Pierre Benoit y María Josefa de las Mercedes Leyes
Espinosa. Su hermana, Petrona Mercedes, era siete años mayor.
EDUCACIÓN DOMICILIARIA
Durante su infancia recibió, al igual que su
hermana, una educación domiciliaria brindada por maestros e institutrices, como
era común en la élite de familias patricias de la época. “De niño tuvo
profesores particulares y su asistencia a algún establecimiento educativo
resultó intermitente por lo que no hay constancias”, reconoce Alejandro
Zuccarelli Benoit, descendiente y autor del libro Pedro Benoit, el prócer
olvidado (Ediciones Paraclitus, 2019), una biografía novelada que reconstruye
su vida en base a documentos históricos y testimonios familiares.
La figura de su padre, en efecto, siempre
estuvo rodeada de un halo de misterio a raíz de la hipótesis sobre su posible
descendencia de la corona francesa. Pierre fue varias veces reseñado como un
hombre erudito y políglota que ostentaba un cúmulo de conocimientos que le
sirvió para insertarse rápidamente en los círculos de la alta sociedad porteña.
En esa dirección, se preocupó por trasladar a sus hijos muchas de las nociones
y saberes prácticos que dominaba en materia de construcción, astronomía,
botánica, artes plásticas, navegación y geometría.
Desde chico Pedro acompañó a su papá y así se
fue familiarizando con las tareas constructivas. Tenía apenas catorce años
cuando, de la mano de éste, ingresó como dibujante meritorio en el Departamento
de Topografía de la provincia de Buenos Aires. Empezó a colaborar como auxiliar
en obras de nivelación y amojonamiento en distintos puntos del territorio
bonaerense. Pedro aprendió rápido y demostró gran destreza en las tareas que le
eran requeridas.
En 1858 realizó los estudios para consolidar el
llamado Camino Blanco (hoy conocido como Rivadavia), que conducía a Ensenada.
También presidió una comisión que evaluó tareas de nivelación y desagües de la
provincia realizadas por el ingeniero uruguayo Francisco Lavalle y a la vez
participó de un grupo que elaboró el plano de la ciudad de Buenos Aires, un
trabajo que se extendió entre 1860 y 1867. Asimismo se desempeñó en la Sección
de Geodesia del Departamento de Ingenieros que en 1875 reemplazó al
Departamento de Topografía.
El 14 de abril de 1860 Pedro Benoit se casó con
Dolores Vásquez Silva. El matrimonio tuvo diez hijos. Sólo uno de ellos
-llamado Pedro Juan- siguió los pasos de su padre en el mundo de la
construcción.
RECONOCIMIENTO A SU IDONEIDAD
En poco tiempo, su currículum se fue engrosando.
En el trabajo “La acción profesional en la fundación de La Plata”, editado en
1982 por el Consejo Profesional de la Ingeniería de la provincia de Buenos
Aires, el arquitecto Jorge Daniel Tartarini consignó que el 19 de abril de
1861, Benoit había logrado matricularse como “agrimensor”. Tenía veinticinco
años. Lo usual era que esa patente habilitante, otorgada por el Departamento de
Topografía, se obtuviera al sortear un examen donde los aspirantes debían
exhibir sus conocimientos en la materia y, al menos, un año de práctica junto a
un agrimensor registrado oficialmente. Pero, de acuerdo a los testimonios de
época, Benoit fue eximido de rendir esa prueba por su capacidad y experiencia
probadas.
En el certificado expedido por la citada
dependencia se expresa que “ha demostrado
tener los conocimientos necesarios para el ejercicio de la profesión de
agrimensor público”, y allí se mencionan sus trabajos de mensura en los pueblos
de San José de Flores, Morón, Merlo y Magdalena. La casa de Parque Saavedra
donde se asegura que Benoit trabajaba los planos de la ciudad
“Considerado siempre como arquitecto e
ingeniero, no recibió graduación universitaria”, aclara Tartarini en su libro
sobre los hacedores de La Plata; y recalca que, así y todo, “fue uno de los
profesionales de más amplia labor en la época”.
Benoit, sin embargo, buscó validar sus
conocimientos. Fue entonces que, el 23 de enero de 1879, consiguió obtener el
título de Arquitecto en la Universidad de Buenos Aires. Lo hizo apelando a lo
estipulado por el artículo segundo de la ley 4416, que habilitó al Departamento
de Ciencias Exactas a entregar, durante ese año, certificados de competencia en
las ramas de arquitectura, agricultura y química a quienes, “aún sin poseer
título universitario, hubiesen acreditado su idoneidad en la práctica
profesional”.
No fue lo único. El 21 de mayo de 1882, luego
de aprobar un examen ante una mesa conformada por los prestigiosos profesores
Luis Monteverde y Jorge Coquet -este último titular del Departamento de Ingenieros-,
obtuvo el diploma de ingeniero civil que, de algún modo, vino a homologar su
fecunda actuación. Benoit no se conformó y siguió con su tenaz ambición. En
1884 ya creada la carrera de agrimensura a nivel universitario, también le fue
conferido el diploma de “agrimensor nacional”. A falta de uno, llegó a tener
tres títulos académicos.
“Se trató, más bien, de reconocimientos a su
labor ya que esos títulos sobrevinieron después de llevar a cabo sus trabajos
más importantes”.
LOS TRABAJOS EN LA FUNDACIÓN
Pedro Benoit y Dardo Rocha mantuvieron una
larga amistad que, sin lugar a dudas, se consolidó en los años de la fundación
de La Plata. Ambos tenían coincidencias políticas y desde jóvenes participaban
de la masonería, un denominador común entre los principales artífices de la
nueva ciudad.
Amante de las sociedades secretas, Benoit había ingresado a sus veintitrés años en la Logia N° 3 Consuelo de Infortunio, con base en la ciudad de Buenos Aires, y figuró entre los fundadores de una de las primeras logias con sede en la ciudad llamada La Plata 80, integrada mayoritariamente por funcionarios y donde participó durante cuatro años.
Según constató el especialista Eduardo
Sebastianelli, eran masones 29 de los 36 profesionales que integraban el
Departamento de Ingenieros, encargado de las obras de la ciudad. Mediante un
decreto del 21 de septiembre de 1882 Benoit, que ocupaba el cargo de jefe de la
Sección Arquitectura, fue designado director ejecutivo de las obras. La
documentación acopiada por adeptos masones sostiene que la capital de la
provincia de Buenos Aires fue diseñada siguiendo los principios de una
denominada “Geometría Sagrada”, que incorpora detalles de la simbología
masónica defendidos por la orden. Según los iniciados, el plano, que se comenzó
a trazar a partir de un centro, un círculo, un triángulo y un cuadrado
representa la cuadratura del círculo.
El cuadrado de la traza está cruzado por dos
diagonales en boulevard que la atraviesan de Este a Oeste y de Norte a Sur. En
tanto, el rombo formado por los cuatro diagonales centrales forma una vesica
piscis o mandorla, realizada con una unidad equivalente al número áurico
1,6180339 y el perímetro de la ciudad dividido por el largo de sus diagonales
es igual a 3,1416.
En toda esta etapa Rocha confió a Benoit
numerosas e importantes tareas. El 3 de junio de 1881, por citar una fecha
fundacional, designó a Benoit como vocal arquitecto de la Sección Obras
Públicas del Departamento de Ingenieros. Ese mismo año fue nombrado jurado del
concurso internacional de edificios públicos. En 1882 su actividad se
multiplicó: ocupó el cargo de director superior y luego director ejecutivo de
las obras de los edificios públicos de la capital en ciernes e integró las
comisiones de división de solares y la que estudió la ubicación de la catedral.
La tarea fue descomunal. Al año siguiente llevó
adelante los proyectos para el cuartel de policía y bomberos, el edificio del
Ministerio de Economía, el del hospital de Melchor Romero, la iglesia San
Ponciano, además del observatorio astronómico y la sede del Departamento de
Ingenieros. Tiempo después, por si hubiera sido poco, bocetó junto al
arquitecto Ernesto Meyer la estructura de la catedral platense.
En el voluminoso trabajo “Funcionarios
bonaerenses”, el contador Rubén Mario De Luca consignó todos los cargos y
misiones desarrolladas por Benoit en La Plata. Desde los diferentes cargos
dentro del Departamento Topográfico -de vocal a vicepresidente-; su rol de
jurado de los proyectos para los edificios públicos de la ciudad, miembro de la
Comisión Clasificadora de Tierras
Públicas y director de la Comisión Ejecutiva de Obras para La Plata.
De Luca también le adjudica el proyecto del
Observatorio Astronómico y asegura que, además, Benoit fue director del Banco
Hipotecario entre 1891 y 1893. Los familiares de Benoit suelen aclarar que, en
realidad, su antepasado sólo dirigió el jurado para elegir el proyecto edilicio
de la institución financiera.
Hubo curiosidades en su andar. Durante la construcción
de San Ponciano, Benoit instaló en un lote de su propiedad ubicado en diagonal
80 entre 5 y 48, frente al obrador del templo, una de las casillas de madera
del sistema ballon frame compradas en Estados Unidos para albergar a
funcionarios y empleados mientras se erigía la ciudad.
Si bien el proyectista nunca se radicó en La
Plata, muchas noches pernoctó en esa pequeña vivienda de dos ambientes sin baño
ni cocina. Por este motivo se lo suele mencionar como uno de los primeros
vecinos de la ciudad.
La proliferación de versiones y entredichos
sobre el proceso de gestación de La Plata ha sido una constante a lo largo de
los años y puede rastrearse en la ostensible dificultad para acceder a ciertos
documentos, entre otros, nada menos que el plano original de la ciudad; lo que,
entre otras cosas, ha puesto en duda la autoría de ese diseño.
En 1982 se esperaba poder resolver el entredicho; sin embargo, al abrirse el cofre bajo la piedra fundacional, no se halló el plano ni ningún otro documento de la época. No obstante, la historia oficial ha sostenido siempre la figura de Benoit como el principal responsable del proyecto y verdadero artífice de la ciudad. Uno de los documentos más renombrados, en ese sentido, es el presentado con su firma en la Exposición Universal de París en 1889, donde la ciudad obtuvo dos medallas y fue considerada como una urbe de avanzada.
Con el
tiempo se afianzó una corriente, impulsada, entre otros por el historiador
Alberto De Paula que señala como autor del plano al arquitecto Juan Martín
Burgos, quien el 28 de abril de 1882 presentó ante el Ministerio de Gobierno
una propuesta muy similar a la finalmente adoptada. Luego de una investigación
interna realizada en el Ministerio de Obras Públicas provincial, en julio de
2000 el Concejo Deliberante platense reconoció a Burgos, mediante la ordenanza
9159/00, “como uno de los inspiradores de la traza de la ciudad”. Así y todo,
las visiones revisionistas no dejan de reconocer la responsabilidad de Benoit
en la coordinación del grupo de profesionales abocados a la confección de la
traza y en la dirección de las obras principales de la ciudad.
En la biografía de su antepasado, el propio
Zuccarelli Benoit no esquiva el asunto y aporta numerosos datos y
consideraciones. Entre otras cosas señala la existencia de un plano mural que
se conserva en la Dirección de Arquitectura de la provincia de Buenos Aires
cuya ficha, fechada en 1888, indica que se trata de un “proyecto del ingeniero
señor Pedro Benoit”.
Sobre su desempeño en ese tiempo, vale recordar
un decreto rubricado por el gobernador Carlos D’Amico en el que se distinguió
"su honradez laboriosa, como fiel y recto servidor de la Patria".
INTENDENTE Y VICEDECANO
El camino político de Pedro Benoit fue en
ascenso. En 1890 ocupó una banca como concejal del partido de La Plata y tres
años más tarde fue designado “intendente en comisión”, cargo en el que se
desempeñó durante un año: entre el 18 de septiembre de 1893 y el 15 del mismo
mes pero del año siguiente. En ese tiempo fue que propuso el escudo de la
ciudad, para el que se habría inspirado en una medalla de la masonería.
En procura de mejorar su deteriorada salud,
Benoit se fue a vivir a Mar del Plata en 1896. Durante un breve tiempo se alojó
en la casa de su amigo Eduardo Peralta Ramos hasta que se mudó a una casona que
adquirió sobre la avenida Colón, cerca de la costa. Fueron sus últimos
pasos.
Cuando a principios de 1897 Dardo Rocha asumió
como primer presidente de la Universidad provincial, designó a su viejo amigo
como profesor y lo premió con el cargo de vicedecano de la Facultad de Ciencias
Físico y Matemáticas y consejero de la UNLP, puestos que sólo ocupó fugazmente
ya que, en la noche del 4 de abril de ese año murió en su casa marplatense. Por
la mañana había sufrido una descompensación durante una recorrida por el
obrador de la catedral de Mar del Plata, cuya construcción comandaba junto a su
hijo Pedro Juan.
Los diarios de la época llevaron a letra de
molde las palabras de Dardo Rocha, expresadas durante las honras fúnebres en el
cementerio de la Recoleta.
“No podrá olvidarse jamás el nombre del
ingeniero Don Pedro Benoit mientras subsista la ciudad de La Plata, a cuyas
obras públicas concurrió en tan grande parte, con inteligencia práctica y con
esfuerzo superior a la resistencia ordinaria del organismo humano”.
LAS HUELLAS DE BENOIT EN LA CIUDAD
Hay pocos espacios urbanos en La Plata que
recuerden a Pedro Benoit. En su homenaje, en 1927, se sancionó la ordenanza
N°41 que bautizó la avenida 66 como “Ingeniero Pedro Benoit”. Años más tarde
tomaron su nombre la Escuela Primaria N°76 y la Escuela Secundaria N°8. Quizás
el mayor reconocimiento a su figura quedó plasmado a fines de la década del
´70, cuando se denominó al distribudor de tránsito que une el casco con los
barrios al norte de la ciudad con el nombre de “Intercambiador Ingeniero Pedro
Benoit”.
Por otra parte, la casilla de madera que usó
como obrador fue donada al municipio en 1948 por la familia Servente e
instalada en el Parque Saavedra. Después haber sido objeto de numerosos hechos
de vandalismo y varios incendios fue restaurada integralmente respetando sus materiales
originales. Con la presencia de las máximas autoridades de la ciudad y la
provincia, fue reinaugurada en 2014.
*Las imágenes históricas fueron facilitadas por
Alejandro Zuccarelli Benoit.