Mauricio Rosenfeld (fotógrafo)

Un gran fotógrafo platense. Sus padres Meier e Inés, como tantos judíos de la Europa Oriental, buscaron suerte en América. Junto a sus dos primeros hijos, Ana y Arón, llegaron a Berisso en 1930, donde nació Mauricio el 10 de octubre de 1931 en la casa de la calle Nueva York al 4962. Recién en 1945 toda la familia se radicó en La Plata. Desde el mismo momento de la mudanza a La Plata, Mauricio se enamoró de la profesión de fotógrafo. Con su papá y hermano constituyeron una de las casas de fotografía más importantes de La Plata, Foto Rosenfeld, que cerró definitivamente recién en 2002. Este local se especializaba en la foto carné y en los revelados, impresiones y reproducciones para profesionales y aficionados, y por ella pasaron personalidades de la Ciudad como Vucetich, Barba, Oitavén, Rascio, Cianflone, Barletta y Mamonni, entre tantos otros.Si bien la más importante, la fotografía no fue su única pasión. Amaba el ajedrez, cuya práctica supo inculcar a sus tres hijos. Gozaba con la música judía, los conciertos para violín, el tango y la ópera; las películas de Boris Karloff, los cuentos de Sherlock Holmes y el humor de Pepe Biondi.
En 1957 se casó con Aída Akeselrad. La fiesta es muy recordada porque fue uno de los primeros eventos que se desarrollaron en el Teatro Opera, de la institución Max Nordau. Toda la familia participó activamente en esta entidad judía. Con Aida tuvo tres hijos: Aldo Daniel, Ricardo Fabián y Osvaldo Javier, y luego la familia creció aún más con la llegada de los nietos: Magalí, Lionel, Martín, Amit, Ilan, Rocío y Julián.
Otro párrafo aparte merece su pasión por Estudiantes de La Plata. Hoy día esposa, hijos, nietos, nueras y consuegros, gozan y sufren fecha a fecha por los partidos del conjunto albirrojo con un fanatismo que es obra exclusiva de Mauricio. No hay fiesta familiar en que no se recuerden sus gritos de gol, en su casa de 20 entre 60 y 61. Su mayor legado es la familia que formó, y sus enseñanzas, con el ejemplo, relacionadas con la cultura del esfuerzo y la honradez. Familiares, amigos y allegados lamentan profundamente la ausencia de Mauricio, y esto se nota en la gran cantidad de salutaciones recibidas los últimos días, y lo hacen con un sabor dulce en la boca, acorde con la imagen de ternura y simpleza que envolverá por siempre su recuerdo. Toda la gente que lo conoció, coincide en destacar sus cualidades de hombre bueno y cariñoso, que hizo culto de la vida en familia, el trabajo y la honestidad.
A los 77 años en junio de 2009, falleció en La Plata, y generó profundo pesar en distintos ámbitos de la Ciudad.